Oficio de Lecturas
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
INVITATORIO
Ant. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.
Salmo 99
ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO
Los redimidos deben entonar un canto de victoria (S. Atanasio).
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.
HIMNO
Dios de la tierra y del cielo,
que, por dejarlas más claras,
las grandes aguas separas,
pones un límite al cielo.
Tú que das cauce al riachuelo
y alzas la nube a la altura,
tú que, en cristal de frescura,
sueltas las aguas del río
sobre las tierras de estío,
sanando su quemadura,
danos tu gracia, piadoso,
para que el viejo pecado
no lleve al hombre engañado
a sucumbir a su acoso.
Hazlo en la fe luminoso,
alegre en la austeridad,
y hágalo tu claridad
salir de sus vanidades;
dale, Verdad de verdades,
el amor a tu verdad. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Vendrá el Señor y no callará.
Salmo 49
EL VERDADERO CULTO A DIOS
No he venido a abolir la ley, sino a darle plenitud (Mt 5, 17).
I
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios, y no callará.
Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra
para juzgar a su pueblo.
"Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio".
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.
Ant. Vendrá el Señor y no callará.
Ant. 2. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.
II
"Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
-yo Dios, tu Dios-.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños;
pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.
Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria".
Ant. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.
Ant. 3. Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
III
Dios dice al pecador:
"¿por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?
Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;
te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios".
Ant. Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.
VERSÍCULO
V. Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte.
R. Yo, el Señor, tu Dios.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Eclesiastés 2, 1-3. 12-26
VANIDAD DE LOS PLACERES Y DE LA SABIDURÍA HUMANA
Me dije: «Vamos a ensayar con la alegría y a gozar de placeres»; y también resultó vanidad. A. la risa dije «locura», y a la alegría, «¿qué consigues?» Exploré atentamente, guiado por mi mente con destreza: traté mi cuerpo con vino, me di a la frivolidad, para averiguar cómo el hombre bajo el cielo podrá disfrutar,los días contados de su vida.
¿Qué hará el hombre que sucederá al rey? Lo que ya habían hecho.
Me puse a examinar la sabiduría, la locura y necedad, y observé que la sabiduría es más provechosa que la necedad, como la luz aprovecha más que las tinieblas. El sabio lleva los ojos en la cara, el necio camina en tinieblas. Pero comprendí que una suerte común les toca a todos, y me dije: «La suerte del necio será mi suerte, ¿para qué fui sabio?, ¿qué saqué en limpio?»; y pensé para mí: «También esto es vanidad.» Pues nadie se acordará jamás del necio ni tampoco del sabio, ya que en los años venideros todo se olvidará. ¡Ay, que ha de morir el sabio como el necio!
Y así, aborrecí la vida, pues encontré malo todo lo que se hace bajo el sol; que todo, es vanidad y caza de viento. Y aborrecí lo que hice con tanta fatiga bajo el sol, pues se lo tengo que dejar a un sucesor, ¿y quién sabe si será sabio o necio? El heredará lo que me costó tanto esfuerzo y habilidad bajo el, sol. También esto es vanidad.
Y concluí por desengañarme de todo el trabajo que me fatigó bajo el sol. Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. 'También esto es vanidad y grave desgracia. Entonces ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente. También esto es vanidad.
El único bien del hombre es comer y beber y disfrutar del producto de su trabajo; y aun esto he visto que es don de Dios. Pues ¿quién come y goza sin su permiso? Al hombre que le agrada le da sabiduría y ciencia y alegría; al pecador le da como tarea juntar y acumular, para dárselo a quien agrada a Dios. También esto es vanidad y caza de viento.
RESPONSORIO Qo 2;26; 1 Tim 6, 10
V. Al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría y ciencia y alegría; al pecador le da como tarea juntar y acumular.
R. También esto es vanidad y caza de viento.
V. La codicia es la raíz de todos los males, y muchos; arrastrados por ella, se han acarreado muchos sufrimientos.
R. También esto es vanidad y caza de viento.
SEGUNDA LECTURA
De las homilías de san Gregorio de Nisa, obispo, sobre el libro del Eclesiastés
(Homilía 5: PG 44, 683-686)
EL SABIO TIENE SUS OJOS PUESTOS EN LA CABEZA
Si el alma eleva sus ojos a su cabeza, que es Cristo, según la interpretación de Pablo, habrá que considerarla dichosa por la penetrante mirada de sus ojos, ya que los tiene puestos allí donde no existen las tinieblas del mal. El gran Pablo y todos los que tuvieron una grandeza semejante a la suya tenían los ojos fijos en su cabeza, así como todos los que viven, se mueven y existen en Cristo.
Pues, así como es imposible que el que está en la luz vea tinieblas, así también lo es que el que tiene los ojos puestos en Cristo los fije en cualquier cosa vana. Por tanto, el que tiene los ojos puestos en la cabeza, y por cabeza entendemos aquí al que es principio de todo, los tiene puestos en toda virtud (ya que Cristo es la virtud perfecta y totalmente absoluta), en la verdad, en la justicia, en la incorruptibilidad, en todo bien. Porque el sabio tiene sus ojos puestos en la cabeza, mas el necio camina en tinieblas. El que no pone su lámpara sobre el candelero, sino que la pone bajo el lecho, hace que la luz sea para él tinieblas.
Por el contrario, cuantos hay que viven entregados a la lucha por las cosas de arriba y a la contemplación de las cosas verdaderas, y son tenidos por ciegos e inútiles, como es el caso de Pablo, que se gloriaba de ser necio por Cristo. Porque su prudencia y sabiduría no consistía en las cosas que retienen nuestra atención aquí abajo. Por esto dice: Nosotros, unos necios por Cristo, que es lo mismo que decir: "Nosotros somos ciegos con relación a la vida de este mundo, porque miramos hacia arriba y tenemos los ojos puestos en la cabeza." Por esto vivía privado de hogar y de mesa, pobre, errante, desnudo, padeciendo hambre y sed.
¿Quién no lo hubiera juzgado digno de lástima, viéndolo encarcelado, sufriendo la ignominia de los azotes, viéndolo entre las olas del mar al ser la nave desmantelada, viendo cómo era llevado de aquí para allá entre cadenas? Pero, aunque tal fue su vida entre los hombres, él nunca dejó de tener los ojos puestos en la cabeza, según aquellas palabras suyas: ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Que es como si dijese: "¿Quién apartará mis ojos de la cabeza y hará que los ponga en las cosas que son despreciables?"
A nosotros nos manda hacer lo mismo, cuando nos exhorta a aspirar a los bienes de arriba, lo que equivale a decir "tener los ojos puestos en la cabeza".
RESPONSORIO Cf. Jb 13, 20. 21; cf. Jr 10, 24
V. Señor, no te escondas de mi presencia,
R. Aparta de mí tu mano y no me espantes con tu terror.
V. Corrígeme, Señor, con misericordia, no con ira, no sea que me aniquiles.
R. Aparta de mí tu mano y no me espantes con tu terror.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir, de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios